domingo, 5 de febrero de 2012


«Me gusta más el término refrito»
Rubén Quast en País Portátil
Maracaibo, noviembre de 2011
La formación del investigador ha estado siempre vinculada a la ética. Un trabajo en el que no se puede tener ningún descuido al momento de informar, siempre hacerlo con la verdad y la responsabilidad, pues cada investigación es producto de su trabajo y no del de otro colega.
Internet ha facilitado el proceso de comunicación e información, la noticia ha pasado a leerse en tiempo real.
Como contraparte, internet podría sembrar información falsa, rumores, especulaciones, alterar declaraciones o incluso  robar contenido y apropiárselo gracias a la facilidad que hay para publicar cualquier adjunto en la red de redes.
El investigador se juega su credibilidad al momento de publicar. Hay software dedicados a determinar si el texto fue tomado de otro autor o si su contenido ya ha sido publicado anteriormente.
Es tan cómodo robar la idea a otro, tan sencillo cortar y pegar, es tan fácil presionar Ctrl + C / Ctrl + V. ¿Fue así de sencillo para el autor escribirlo? Quizás sí o quizás no, sólo él lo sabrá, pero la realidad es que eso escrito que nos gustó o nos hace falta tiene dueño, así como esto que escribo también lo tiene. Por si la duda ataca, lo aclaro, el dueño soy yo.
En internet es tan sencillo conseguir información como lo es hacer una llamada telefónica, solo tenemos que dirigir la búsqueda y encontraremos miles de resultados, por ejemplo, la palabra “comunismo” en Google tiene Aproximadamente 10.100.000 resultados en 0,19 segundos. Es posible que encontremos algo de interés.
¿Podemos tomar lo que nos gustó? Sí, podemos hacerlo, pero no es éticamente correcto. ¿Por qué no es ético? Sencillo, es el trabajo de otra persona, producto de su creatividad, ingenio, desvelos. Tiene nombre, es corto y conciso: «Plagio». Según El diccionario de la Real Academia Española, «Plagio» es la acción de «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias» aunque también se le conoce alegremente, y me gusta más, con el término «refrito». Me parece simpático hacer esa comparación gastronómica, asemejarlo a lo que significa reelaborar lo que ya está hecho.
El plagio no solo se implica copiar un texto completo, también una idea o alguna oración, un título. Refrito también se le dice a una idea que ya está elaborada y publicada en la cual sólo se le hace ligeras modificaciones y, sin darle crédito, al autor de la obra, para disimular el plagio intelectual. Supongo que no te gustaría que tu trabajo sea acreditado a otra persona y reciba elogios por lo que te pertenece.
Escribir es un arte. Al parecer es sencillo escribir. Cuando escribes a una persona, es un compromiso; cuando lo hacemos para el público, un compromiso ético. No estoy seguro si los he enganchado hasta aquí, o si no habrán pensado ya que esto mío sea, de algún modo, otro refrito.
Podemos leer de todos y a todos; afortunadamente esto no es ilícito, a menos que queramos leer contenido confidencial o prohibido. Leer puede servir para estimular la creatividad y masturbar nuestras ideas, pero tengamos claro que cuando escribimos debe ser un reflejo de nosotros. Dejar la marca personal, nuestro estilo. Cuando se quiere aportar la idea de otro debemos citarlo o darle el crédito a nuestra fuente informativa.

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